El Colegio de Enfermería de Cantabria reclama un gran pacto de estado
El Colegio de Enfermería de Cantabria reclama un gran pacto de estado
Tanto directivos, como profesionales y usuarios, así como los expertos, coinciden al señalar que la sanidad española necesita una reforma estructural, sobre manera, ahora que pasa momentos especialmente convulsos debido a las diferentes medidas y recortes a la que está siendo sometida. Recortes que los profesionales de enfermería no entendemos y que criticamos por ser injustos y faltos de equidad, pues van a generar precariedad y un aumento de las desigualdades en salud, sobre todo para el sector de la ciudadanía más azotado por la crisis.
Corren tiempos complicados y nuestra sociedad del bienestar se tambalea y es necesario que todos nos impliquemos para lograr su sostenibilidad. La situación demanda cambios profundos y no buscar atajos o caminos rápidos o aplicar parches sin medir las repercusiones y las consecuencias presentes y futuras.
Ante esta situación los Consejos Generales de Enfermeros y Médicos han puesto en marcha un macro estudio con la participación de quienes conocen de verdad la sanidad: los profesionales. Desde el Colegio de Enfermería de Cantabria nos adherimos a la iniciativa y animamos a todos los colegiados a participar, ya que somos los máximos conocedores de los pros y contras de su funcionamiento y los resultados permitirán mostrarán la realidad del sistema sanitario y cuales pueden ser las medidas que se deben adoptar para mejorar su funcionamiento y garantizar su sostenibilidad.
Los enfermeros creemos que el futuro pasa por avanzar hacia un nuevo modelo de gestión, centrado en el paciente, en donde aportemos lo mejor de nuestra formación y conocimientos, al tiempo que agudicemos nuestro ingenio para inventar, rediseñar y plantear propuestas dirigidas a crear nuevos modelos de gestión donde se adapten las competencias profesionales adquiridas, en su máxima expresión y desarrollo, a las funciones asistenciales que el sistema sanitario actual demanda.
Es necesario hacer más eficiente y sostenible el sistema, por lo que debemos exigir a nuestros políticos y gestores que mejoren las políticas asistenciales, ya que no se trata de quitar si no de reorganizar y reclamarles que no acudan a soluciones precipitadas basadas en el recorte de servicios para reducir costes. Pero ¿Es posible exigir que se mantenga la esencia de nuestro sistema, con la calidad y la universalidad de las prestaciones?
Hagamos unos pequeños cálculos: según un informe del Círculo de Empresarios hecho público el pasado día 17, el gasto público sanitario de las Comunidades Autónomas por habitante y año oscila (periodo 2000-2008) entre 1.061 y 1.704 euros, es decir, hay una diferencia de 642 euros entre la comunidad que más gasta y la que menos. Por tanto, si se racionaliza el gasto sanitario, reduciéndolo a un término medio de 1.252 euros, se generaría un ahorro del 15% en todo el sistema sanitario.
A esta primera cifra, deberemos añadir la infrautilización de los equipos de diagnóstico de alto coste de mantenimiento e inversión; la ausencia de una central de compras interhospitalaria, que permitiría reducir los costes de los suministros, o la existencia de un absentismo laboral superior al 10%, cifra de la que somos responsables todos los trabajadores del sistema sanitario y en cuya disminución debemos poner nuestro empeño.
Por otro lado, el gasto sanitario en España está dirigido a la atención de agudos (urgencias y atención hospitalaria), en detrimento de la prevención, la atención primaria o la atención a crónicos. Para estabilizar esta estructura, que permitiría un sistema más eficaz y económico, creemos que se deben aprovechar las competencias enfermeras ya legisladas –especialidades y prescripción enfermera– que facilitarían la puesta en marcha de un nuevo modelo de gestión y cuya implantación no supone gastos añadidos y, por lo tanto, es ilógico que sigan sin desarrollarse y sin implantarse. Es preciso pedir responsabilidades de esa ineficacia, que genera un encarecimiento de los procesos, además de la desmotivación de los profesionales.
Los enfermeros disponemos de una importante formación y capacitación que no se ajusta con las funciones y responsabilidades que desempeñamos en el día a día de nuestro trabajo y desde hace años estamos haciendo propuestas de cambio y mejora, que están recogidas, analizadas y, en muchos casos, aprobadas. Solo falta voluntad política para ponerlas en marcha y, sin embargo, no se ha avanzado nada.
Como ciudadanos y como profesionales sabemos de la existencia del problema, pero hay indicios de por donde se pueden encontrar soluciones y tenemos que exigir que se ejecuten estas medidas para defender el sistema público de salud, ya que es un derecho irrenunciable y no podemos ser cómplices de su progresiva e irremediable destrucción. Como expertos que somos, venimos señalando desde hace más de tres años las medidas que se pueden adoptar para solucionar en gran parte el problema, sin que se nos haya tenido en cuenta, y ahora parece que se acaba el tiempo, lo que no es óbice para aplicar actuaciones de cualquier manera y sin fundamentos lógicos, pues esta en juego nuestra sociedad del bienestar que tantos años y esfuerzo nos ha costado construir.
Rocío Cardeñoso Herrero
Presidenta del Colegio de
Enfermería de Cantabria