La enfermería española ha lanzado una nueva infografía y un vídeo con recomendaciones para ayudar a la "vuelta a la nueva normalidad" de las residencias y centros sociosanitarios.
ALICIA ALMENDROS.- El impacto de la crisis del COVID-19 sobre los mayores es muy evidente. “Ahora, en la desescalada y de cara a la ‘nueva normalidad’, debemos prestar especial atención a esta población y poner todas las medidas posibles en residencias y centros sociosanitarios para evitar entre todos que el COVID-19 se cebe de nuevo con la población más vulnerable”, explica Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería (CGE).
Para ayudar en esta tarea, la Organización Colegial de Enfermería, en colaboración con la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG), ha lanzado unos materiales con pautas para proteger a los mayores de residencias y centros sanitarios. “Demos reforzar la atención en el ámbito residencial tanto con más enfermeras como con medidas de prevención que eviten que el virus vuelva a atacar a esta población más vulnerable. No estamos dando a las enfermeras especialistas en Geriatría la importancia que tienen y esto se ha visto en que ha habido muchísimas comunidades con unas cifras altísimas de pérdidas en residencias”, expone el presidente de las enfermeras españolas. “Debemos aprovechar la situación para hacer un cambio y darles a los equipos de atención sanitaria la autonomía, el liderazgo y el protagonismo que se merecen porque debemos recordar que si no hubiera sido por ellos hubiese habido muchos más fallecimientos”, añade Pilar Lecuona, presidenta del Colegio de Enfermería de Guipúzcoa y vocal de Geriatría del Consejo General de Enfermería.
Tomar medidas de prevención es, ahora mismo, la mejor “vacuna” para vencer a este virus. Para ello, se debe formar a los trabajadores de estos centros en prevención y control de la infección y en el entrenamiento del uso de EPIs, algo a lo que hasta el inicio de la crisis sanitaria no se usaba con asiduidad. “Muy importante es también enseñar a los residentes a convivir con la actual situación, y en esta parte de educación para la salud las enfermeras desempeñan una labor clave”, comenta Pérez Raya. “No debería de existir un centro donde no hubiera una enfermera las 24 horas del día. Son las que llevan la gestión, la valoración integral y el seguimiento personalizado, la prevención, el control y la gestión de la medicación, el material sanitario, el asesoramiento y acompañamiento a los familiares, entre otras muchas cosas. Por tanto, en la ‘nueva normalidad’ son ellas quienes deben tomar las riendas en el abordaje de nuestros mayores en las residencias”, resalta Lecuona.
Durante las últimas décadas hemos asistido a un aumento de la edad media en los usuarios de residencias y centros sociosanitarios, así como de sus condiciones de base, con mayores niveles de dependencia, discapacidad, pluripatología y polimedicación que nos habla de la vulnerabilidad del colectivo de mayores que residen en estas instituciones. «Sin embargo, las estructuras y la dotación de recursos humanos, en especial de profesionales de enfermería no se ha ido ajustando a estos criterios que manifiestan un aumento en la demanda de cuidados y de la complejidad de estos. La crisis sanitaria y social que hemos vivido por la COVID-19 ha expuesto nuestras vergüenzas en temas clave como la coordinación-integración sociosanitaria, dotación de recursos materiales y humanos, todos ellos elementos clave que nos permitirán controlar y atajar situaciones de este tipo», expone Fernando Martínez Cuervo, presidente de la Sociedad Española de Enfermería Geriátrica y Gerontológica (SEEGG). «En el futuro próximo será importante consolidar las medidas implementadas durante este periodo de crisis que han evidenciado ser eficaces, así como disponer de profesionales formados y con capacidad de liderazgo que hagan frente a nuevos repuntes. Las enfermeras geriátricas y en concreto las especialistas en enfermería geriátrica son profesionales con capacidad para asumir este reto y modular las consecuencias de nuevos brotes», añade.
Desde la SEEGG “venimos reivindicando la presencia de las enfermeras geriátricas en todos los ámbitos de salud, la especialidad les capacita para gestionar y liderar los cuidados en situaciones complejas, así como asesorar en todos los niveles del sistema sociosanitario. Por lo que es importante que estén presenten en todos aquellos órganos donde se tomen decisiones entorno a los mayores”.
Un plan de contingencia para cada centro
Y toda esta labor debería ir acompañado de carteles informativos sobre higiene respiratoria y de manos por el centro e intensificar la limpieza de los centros. Cada centro deberá elaborar su plan de contingencia. Como ocurre en el exterior es importante evitar aglomeraciones para poder mantener la distancia de seguridad de dos metros por lo que hay que regular la circulación de entrada y salida de las personas. Cuando se retomen las actividades de ocio en las residencias se deben establecer horarios y grupos cerrados en las áreas comunes para minimizar el contacto entre residentes disminuyendo el riesgo ante posibles nuevos casos.
Visitas
Desde las primeras semanas de marzo los residentes tenían prohibidas las visitas, algo que a medida que se avanza en la desescalada se irá recuperando. “La parte más dura de este virus ha sido la soledad, algo que ha sido aún más evidente en las residencias y los centros sociosanitarios ya que los residentes han estado muchos meses sin poder ver a sus familiares. Sabemos que todos estamos ansiosos por volver a reencontrarnos, pero debemos hacerlo con especial cuidado ya que se trata de personas vulnerables”, recuerda Pérez Raya. En este aspecto, se limitarán las visitas a una persona por residente, habrá que concertar cita previamente, extremar las medidas de precaución e higiene, uso obligatorio de los equipos de protección tanto para el visitante como para el residente e intentar, siempre que se pueda, que las visitas sean al aire libre.
Vigilancia de posibles casos
Detectar cualquier caso, aunque sus síntomas sean leves, resulta de vital importancia para evitar que el virus se extienda por estos centros. Si el posible caso fuera un residente, todo el equipo de profesionales debería ser conocedor de la situación y de las medidas a tomar con cada residente, indicándole al residente afectado el uso de mascarillas quirúrgica, restringiendo sus movimientos haciéndole permanecer en una habitación individual si es posible, realizándole la prueba diagnóstica cuanto antes, manteniendo en aislamiento al residente hasta dar negativo o si no es posible 14 días desde el inicio de sintomatología e identificando a las personas que hayan estado en contacto con el caso.
Si alguno de los trabajadores del centro sospecha que puede haberse contagiado no deberá acudir al centro, tendrá que aislarse en su domicilio y contactar con el servicio de prevención de riesgos laborales. “Ahora, más que nunca, hay que saber actuar de forma rápida. La entrada del virus en estos espacios puede ser mortal para los residentes”, finaliza Pérez Raya.