¿Estamos ante un cambio en el modelo de sanidad pública de nuestro país?

  • 03/05/12
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La reforma aprobada por el gobierno rompe el principio de equidad y de universalidad

La reforma aprobada por el gobierno rompe el principio de equidad y de universalidad

Tras la irritación inicial y las respuestas más o menos airadas de diversas instituciones, medios y particulares el Colegio de Enfermería de Cantabria, como institución que engloba al mayor colectivo de profesionales sanitarios, expone su opinión sobre los recortes que el Gobierno ha anunciado para la sanidad pública y con la serenidad, el sosiego y una meditada reflexión, creemos que es procedente y necesario.

Llevamos meses de incertidumbre y debate sobre lo que hasta hace pocos meses creíamos un excelente sistema sanitario público. Esta situación, que está generando –o, mejor dicho, “degenerando”– miedo y resignación en la población, se ha crispado últimamente con la reciente aprobación del Decreto pomposamente denominado “de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones”.

Todos los ciudadanos somos muy conscientes de la comprometida situación de nuestro país y sabemos que son necesarios cambios y que debemos adaptarnos a los nuevos tiempos. Sin embargo como ciudadanos reclamamos que se nos escuche y atienda, para que nuestra opinión forme parte del gran pacto social que debe llevarse a cabo entre gobernantes, oposición, sindicatos, instituciones y profesionales sanitarios, para que todos establezcamos los cimientos básicos e inquebrantables para mantener nuestra sociedad del bienestar, con el fin de que ningún Gobierno, ni ahora ni en el futuro, pueda destruir a golpe de decreto lo que con tanto esfuerzo hemos construido en estos últimos 40 años.

Sin embargo, estamos observando como los gobernantes solo buscan la rentabilidad inmediata aplicando una política de recortes basada únicamente en criterios economicistas y no de eficiencia, que puede conducirnos a la destrucción del sistema de salud, poniendo fin a su equidad y universalidad; por tanto, a la desprotección sanitaria de los ciudadanos con menos recursos.

Y hablamos de recortes, no de reformas. Queremos que quede claro que lo que el gobierno actual está ejecutando en sanidad son recortes en la inversión y, supuestamente, en algunos gastos y no puede considerarse como ahorro el copago farmacéutico aprobado, ya que los gastos de implantación y gestión del sistema superarán los supuestos ingresos que se pretende recaudar. Entonces, si no es una medida eficiente ni supone ahorro, ¿qué busca el gobierno con esta medida?

Tampoco podrá nadie considerar como ‘ahorro’ el desamparo en el que quedarán miles de personas en nuestro país a partir de septiembre como consecuencia de la no atención sanitaria a los inmigrantes sin papeles y a los mayores de 26 años que no hayan encontrado un trabajo. Las nuevas medidas van a suponer un grave problema social, que ya veremos quién y cómo se soluciona y que además va a poner a todos los profesionales sanitarios en una situación de conflicto deontológico. Sin duda los colegios profesionales tenemos que estudiar esta situación desde el punto de vista de la ética de la profesión.

Sin embargo, desde el Colegio de Enfermería creemos que sólo con recortes no se puede lograr la sostenibilidad del sistema sanitario, ya que no resuelven los problemas y, por muchos cálculos políticos que se hayan hecho, siempre habrá ciudadanos perjudicados. Por ese motivo, defendemos la reforma de la sanidad en su conjunto y el mantenimiento de su financiación a través de un sistema de impuestos progresivo y equitativo a los ingresos.

También tenemos la obligación de exponer un planteamiento responsable como profesionales que trabajan en el sistema y que conocemos dónde y cómo es posible ahorrar, de donde se puede ajustar el presupuesto, y a la vez de donde podemos mejorar sin aumentar el gasto.

Para eso, sugerimos, en primer lugar, que se aproveche mejor la capacidad de algunos profesionales, como los de enfermería, hasta ahora infrautilizados y que formamos el grupo más numeroso . Existe un desfase entre las funciones que desempeñamos y las competencias en salud para las que estamos formados y que podemos realizar.  Con la corrección de ese desequilibrio se puede conseguir una mayor eficiencia del sistema y para llevarlo a cabo no es necesario inventar nada y basta con mirar a otros paises como Reino Unido, Finlandia, Noruega o Canadá y ver las competencias que los profesionales enfermeros desempeñan.

En segundo lugar, debemos luchar contra los abusos del sistema y el uso correcto de los servicios sanitarios, conteniendo las demandas innecesarias de consultas y servicios especializados o pruebas complementarias. Esto se podría conseguir si los gestores y los profesionales sanitarios lográramos trasmitir a las personas que los recursos sanitarios son finitos y que se debe hacer un uso razonable de ellos y, además, instruirles en programas de autocuidado, especialmente en el caso de los enfermos crónicos.

Creemos que el ciudadano también tiene que cambiar y debe dejar de ser un sujeto pasivo en su salud, para pasar a ser un miembro activo de sus propios cuidados y del de sus dependientes. También a ellos se les debe exigir responsabilidad y compromiso. Debemos ser educados en valores de salud y pedir responsabilidades cuando de manera consciente e intencionada no se respeten o incumplan.

En tercer lugar, reclamamos que los gestores del sistema reclamen las grandes partidas económicas que ‘se cuelan’ en nuestro sistema público –accidentes laborales, enfermedades profesionales, accidentes de tráfico, accidentes escolares, turismo sanitario, ajuste en la duplicidad de servicios etc.– y que son conocidas, pero no son gestionadas adecuadamente.

Otro punto sobre el que se debe incidir es el del consumo indiscriminado de fármacos, con el perjuicio que supone para la salud de las personas y el aumento del gasto sanitario. La sociedad está excesivamente medicalizada, y dependiente del sistema sanitario, hay que avanzar en el desarrollo de la autonomía personal, y autocuidados básicos.

Por último, debemos planificar cómo se va a financiar la atención a la población anciana, cuyo porcentaje es mayor por el aumento de la esperanza de vida,y que es necesario establecer ya un plan de abordaje antes de que la situación sea inasumible. Pensar que vamos hacer  con todas aquellas personas sin recursos que, por los recortes, se van a quedar sin cobertura sanitaria y que, ante problemas de salud, enfermedad o accidentes necesitarán una atención que el sistema no cubrirá. Aquellos pacientes inmigrantes sin papeles, con patologías crónicas como Sida, hepatitis, insuficiencia renal grave, diabetes,………les vamos a dejar sin asistencia???

Tras esta reflexión, insistimos en que el sistema sanitario público precisa de un gran pacto global, entre los protagonistas del sistema –gestores, profesionales y ciudadanos para lograr el consenso social. Todos somos conocedores de los problemas, las alternativas y las soluciones posibles y de que el sistema sanitario público precisa de “una gran reforma estructural que corrija las importantísimas deficiencias y garantice la sanidad para todos los españoles” tal como acaba de señalar a diversos medios el presidente del Consejo General de Enfermería.

Entre tanto, los gestores políticos pueden ir diseñando un sistema sanitario universal acorde a las exigencias de los ciudadanos, evitando la incertidumbre actual que perjudica a todos y si, finalmente, el sistema requiere más financiación o alguno de los servicios debe correr por cuenta de los ciudadanos, parece más justo que antes se adopten medidas que luchen contra el fraude fiscal, la economía sumergida, las declaraciones de ingresos por las profesiones liberales, al tiempo que se ajustan los impuestos directos para que pague más quien más recursos tiene.

Hacer más eficiente uno de los mejores sistemas públicos de salud del mundo no quiere decir ni recortar servicios al ciudadano ni privatizarlo.

Junta de Gobierno del Colegio de Enfermería de Cantabria