Este libro surge de la necesidad de plantearse retos y adecuar los roles de las enfermeras/os para atender con calidad y de forma eficiente a los pacientes crónicos. En la educación sanitaria, educación para la salud y continuidad de cuidados las enfermeras deben ser referentes y líderes del cuidado en la atención a este tipo de pacientes.
La sociedad actual está sufriendo, una serie de cambios sociodemográficos, los nacidos en 2015 previsiblemente tendrán una esperanza de vida de 105 años. Junto al brusco descenso de la natalidad, se ha unido el aumento de la esperanza de vida, lo que conlleva un elevado envejecimiento poblacional, con una elevada prevalencia de personas, con dos o más enfermedades crónicas, que genera una situación de fragilidad, y que precisa de una elevada utilización de recursos sanitarios.
Las enfermedades crónicas son la primera causa de muerte y de discapacidad precoz, causan el 60% de las muertes a nivel mundial y desencadenan el 75% del gasto público sanitario, lo que implica realizar cambios en el estilo de vida de la persona que la padece, en su familia y en su entorno. Por ello, se ha posicionado al paciente crónico en el punto de mira de la planificación sanitaria.
El principal reto para los servicios sanitarios del siglo XXI es el diseño de un nuevo sistema de salud y política social que permita curar y cuidar a nuestros enfermos al mismo tiempo y con la misma solidez. Es necesario un cambio de modelo asistencial, donde el manejo de la enfermedad crónica trascenderá los límites del sistema sanitario y donde pacientes, cuidadores, y la sociedad en general, jugarán un papel primordial. La atención a las personas con enfermedades crónicas se debe producir en un contexto en el que los pacientes suficientemente informados y formados tengan un papel activo y sean protagonistas de su salud.
En relación a la evidencia científica existente sobre la efectividad de las intervenciones en pacientes crónicos, destaca el soporte para el autocuidado como un elemento con impacto positivo y con mayor nivel de evidencia, junto al seguimiento telefónico por la enfermera y las visitas domiciliarias proactivas.
La enfermera puede y debe liderar este rol de soporte y educación para el autocuidado. La promoción del autocuidado es una estrategia necesaria para la búsqueda del bienestar integral en la vida cotidiana y para lograr el desarrollo humano. Hace referencia a todas aquellas iniciativas que promueven la adaptación de las personas a su entorno y circunstancias, con el fin de conseguir la mejor calidad de vida posible, favoreciendo la integración en su ámbito habitual (familiar, educativo, laboral y social) y la autogestión de la enfermedad.
La atención sanitaria de todos nuestros dispositivos ha estado orientada prioritariamente a la atención a los problemas agudos de salud, frente a la falta de coordinación, adecuación y continuidad en la asistencia sanitaria de los procesos crónicos. Es por todo ello que las enfermeras gestoras de casos, enfermeras de enlace y de continuidad asistencial, cobran un gran protagonismo aportando una mejora de la organización asistencial, calidad en la atención y eficiencia.
De una atención fragmentada, discontinua, centrada en el hospital, excesivamente medicalizada y con evidentes muestras de insuficiente efectividad y eficiencia, a convertir la asistencia en un refuerzo efectivo de las medidas de promoción y prevención, el paciente y su entorno activo y corresponsable en el manejo de su problema de salud, un acercamiento de la asistencia al entorno del paciente.
Aunque la utilización de la combinación de competencias del personal sanitario varía mucho entre países y está determinada por diversos factores, como son la disponibilidad de recursos, la cultura y tradición de la práctica profesional, los ámbitos de regulación del ejercicio de las profesiones sanitarias, las características del sistema de salud, etc., el desarrollo de roles de enfermeras de práctica avanzada (EPA) es una de las iniciativas más exitosas en la atención sanitaria de las personas con procesos crónicos.
El paciente crónico es un gran frecuentador de los servicios sanitarios, este hecho incrementa el riesgo de sufrir un evento adverso. Diferentes, estudios identifican en un 9% la posibilidad de tener un efecto adverso ligado a la asistencia sanitaria, elevándose está probabilidad cuando se trata de paciente de edad avanzada y con pluripatología.
La seguridad de los pacientes es una de las dimensiones fundamentales de la calidad asistencial, que por su transversalidad afecta a la totalidad de la organización y de sus miembros. En los últimos años ha alcanzado gran relevancia, siendo uno de los aspectos clínicos y profesionales que más apoyo institucional y profesional ha tenido.
Los autores:
Diego Ayuso Murillo.
Encarnación Fernández del Palacio.
Elvira Velasco Morillo.